1º Embajador Pan de Cruz. Un honor con mucha miga

De niño muchos días mi calle olía a pan recién hecho por las mañanas. Tuve la fortuna de vivir cerca de una panadería. En la juventud, volviendo a casa a esas horas donde la noche comienza a despedirse, pasaba hasta el horno y me vendían un pan crujiente que sabía a gloria.

Hace unos días, cuando Elena me llamó para decirme que habían pensado en mí como primer embajador del Pan de Cruz, ese delicioso olor volvió a mí. Un poco desconcertado por el inmenso honor pero infinitamente ilusionado, hice los ajustes necesarios en mi agenda para recibir lleno de orgullo este nombramiento.

Creo firmemente que tenemos una joya, un verdadero tesoro, el Pan de Cruz guarda bajo su corteza siglos de tradición, jornadas y jornadas de siega, interminables horas de amansados y muchas noches de candente horno. El resultado es un pan de corteza consistente y miga algodonosa, la combinación perfecta para que dure días y siga siendo una delicia.

No imagino otro pan mejor para acompañar los platos más tradicionales de nuestra gastronomía, pisto, asadillo, gachas y evidentemente el mejor ingrediente de nuestras migas manchegas.

El reto es lograr que nuestro Pan de Cruz llegue a entusiasmar a todos tanto como a mí, empezando por la hostelería, donde se convierta en el pan que acompañe a cada menú y llegando a muchos hogares como el pan que está presente en cada comida.

Podéis pensar que sobrevaloro el Pan de Cruz, que tan solo es pan, como otra barra que podemos encontrar incluso en una gasolinera, pero realmente hablo de uno de los pocos panes de Europa certificados por una Indicación Geográfica Protegida.

Cuando mi cuchillo de sierra corta un Pan de Cruz por la mitad y se empieza a desprender ese olor a cereal y me imagino la estela del barquito que voy a dibujar mojiteando en el plato, pienso que si eso no es felicidad, seguro que se parece mucho.

Muchas gracias AFEXPPAN por este nombramiento, solo deseo estar a la altura y ser digno merecedor de este honorable título.